Hay distintas formas de desarmar algo para revelar sus mecanismos.
Cuando era chico me acuerdo que tenía un auto amarillo de fórmula 1. Supongo que me lo habían regalado hacía poco, porque en realidad el único recuerdo que tengo es estar haciendo uno de esos berrinches inexplicables de la infancia y -vaya a saber uno por qué- destrozarlo contra el piso. Después de un par de golpes y que volaran los pedazos de plástico quedó al descubierto el mecanismo de las ruedas traseras. Me acuerdo de haber pensado “era a fricción”. Algo que no sabía y que me enteré cuando ya no podía usarlo.
Esa es una forma… y no la más aconsejable.
La otra es hacer lo que hace Julio Mendívil en su libro. Desarmar un concepto (la música) para dejar en nuestras manos algo distinto (músicas), que nos empuje hacia adelante para pensar en otras cosas.
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En contra de la música es uno de esos libros que, aunque al principio puedan parecer académicos, se prestan para una lectura más relajada, sin preocuparnos si alguna que otra referencia se nos pasa de largo. Lo importante es el ejercicio de cuestionarse cosas que dábamos por sentado o que quizás ni nos habíamos detenido a pensar. Encontrarse de pronto con que eso que llamábamos “música” es un concepto mucho más rico y complejo de lo que pensábamos. Que a esas preguntas que están en la contratapa:
¿Qué es la música? ¿Se puede conocer la música? ¿Es realmente un lenguaje universal? ¿Qué significa saber de música? ¿Es música una partitura? ¿Qué tiene que ver la música con el racismo y los estereotipos culturales?
Les podemos sumar nuestras propias preguntas.
¿Sueñan los androides con partituras eléctricas? Si la música es más que sonido ¿puede existir música sin alguien que la viva?
Si tienen ganas compartan las suyas en el grupo de Facebook, o en las redes sociales usando el hashtag #clubcarbono así pueden encontrarse e interactuar entre ustedes.
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Les comparto un fragmento que muestra muy bien de qué va esto de la etnomusicología:
A menudo, cuando le menciono mi profesión a un funcionario del Ministerio de Educación del país donde resido, este me pregunta en tono de reproche: “¿Para qué sirve una ciencia que se dedica a registrar algo tan irrelevante como la diversidad musical del planeta?”. Dentro de su lógica, carreras como la medicina, la física, la química o la sociología justifican subvenciones, pues devuelven a la sociedad algo de lo que esta invierte en ellas. Pero ¿por qué financiar etnomusicólogos? [...] Suelo decirle por eso que, a diferencia de otras disciplinas, la etnomusicología, con su concepción de la música como sonido, comportamiento y conceptos, tiene la facultad de observarla considerando sus vínculos con otras esferas de vida como la medicina, la educación, la religión, las relaciones de género o las diferencias sociales o culturales.
Por ello, la etnomusicología puede aportar mucho en la búsqueda de soluciones a problemas concretos como la interculturalidad en sociedades globales, los derechos de autoría a escala mundial, la prevención contra enfermedades endémicas, los conflictos sociales o nacionales y a la integración de migrantes, de refugiados y de personas con capacidades especiales o con identidades de género que son víctimas de discriminación. El estudio de la música, le digo, puede ser un asunto de mera especulación intelectual –y de hecho lo es a menudo–, pero asimismo, y cada vez más en la etnomusicología, se convierte en una forma muy concreta de compromiso social para la realización de un mundo más humano. No sé si me crea, pero al menos me doy el gusto de callarle la boca.
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Ya que estamos hablando tanto de música aprovecho para compartirles algo que me había quedado pendiente compartirles de aquella vez que hicimos el brunch. A las personas que habían asistido les había enviado una serie de preguntas cuyas respuestas recopilé y dejé sobre las mesas, como una forma para que se conozcan y rompan el hielo. Les pedí también que me dijeran una canción que los ponía de buen humor y armé una playlist de Spotify con todas las respuestas. Pueden escucharla acá.
Un dato: la playlist es colaborativa, así que pueden agregar ustedes también una canción que les levante al ánimo.
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Y hablando de eventos, recuerden que el domingo que viene (28/6) tenemos el almuerzo carbonístico. En esta web pueden consultar toda la info.
Importante: el miércoles que viene (24/6) es el último día para hacer los pedidos de sorrentinos.