Voy a empezar el mail haciendo algo que no suelo hacer: contar brevemente la trama del libro que estamos leyendo. Parece mentira que llevo ya más de diez meses enviando mails todos los domingos y que casi no hablo de las tramas.
En Trieste. Un cuento de Pedro Rey hay tres historias:
-Por un lado tenemos a Katsikas un escritor que vive en el departamento que le prestó Farkas, un compositor dodecafónico. Estamos en 1977. Katsikas está escribiendo un cuento de ciencia ficción, que vamos leyendo a medida que va pensándolo y escribiéndolo.
-A ese departamento comienzan a llegar cartas de Hermann Lilienthal, otro escritor, también argentino, pero que hace muchos años se fue a vivir a Europa. Vio a Katsikas solo una vez, en un almuerzo. Aún así, por alguna razón, comienza a escribirle cartas que llegan con una periodicidad determinada, en donde le cuenta su vida.
-Y por último, tenemos el propio cuento sobre el fuego, que está escribiendo Katsikas. Un relato de ciencia ficción que se nutre tanto del clima de la época como de lo que se va contando en las cartas.
Me arrepentí.
Dije que iba a hablar de la trama del libro, pero para qué hacerlo cuando puedo hablar de la música dodecafónica.
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A principios de mil novecientos Arnold Schönberg, un compositor austríaco, propone romper con el sistema tonal. El sistema tonal es en el que está basada la gran mayoría de la música que conocemos en occidente. Cuando alguien dice que una canción está en Do mayor o en Re menor, está hablando de esto. Es un sistema jerárquico, la nota en que comienza la escala afecta a la melodía. Lo que Schönberg propone es romper con esto y crea el dodecafonismo.
En el dodecafonismo no hay una nota que sea el centro. No hay jerarquías. Cada nota se toca una única vez y no se puede volver a tocar hasta que no se hayan tocado las otras once notas de la serie. El resultado es extraño. Parece caótico, pero a la vez no deja de tener cierta unidad, en donde ninguna nota se destaca por sobre otra.
Les recomiendo este video de Raquel Aller donde explica mucho mejor que yo de qué se trata. Y si pueden vean también por lo menos los primeros minutos de este video de Mauro de Maria.
Si quieren puede seguir leyendo el mail mientras escuchan un concierto que compuso Webern, uno de los discípulos de Arnold Schönberg.
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¿Y por qué hablé de todo esto? Porque Trieste es un libro en donde ninguna de las tres historias predomina por sobre la otra. En donde las tensiones que hacen avanzar a cada una parecieran tener una misma lógica compartida. Una serie invisible que va modificándose y de la que no podríamos decir cuál es el centro.
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