“Historia del tiempo fue por mucho la mejor de todas mis lecturas en aquellos días”. Cuando leí esa frase que dice la narradora de Conjunto vacío dejé la novela a un costado para ir a buscar mi ejemplar del libro de Stephen Hawking -de ahí que lo citara el domingo pasado al final del mail-. Lo leí siendo adolescente. Tengo una edición muy linda, de tapa dura, ilustrada. Justamente de lo que quiero hablar es de esto último. No recuerdo si cuando lo leí tuve la misma sensación que ahora al hojearlo: que la mayoría de las ilustraciones estaban de más, solo para justificar una edición más cara, ideal para ser regalada, y no tanto para facilitar la lectura. Dicho esto, el libro fue un regalo y es muy posible que mi yo adolescente no lo hubiera leído si no tenía esas imágenes que hacían la lectura más amena. Pero no me quiero ir por las ramas.
Lo que quería decir es que las ilustraciones que sí funcionaban eran las que aportaban un nuevo sentido al libro, las que ilustraban a modo de esquema algo de lo que se venía hablando: los agujeros de gusano, la curvatura del espacio-tiempo.
Todo esto fue en realidad para hablar de lo poderoso que son los diagramas. Algo que funciona tan pero tan bien en Conjunto vacío. En la novela se menciona esa sensación que generan de “ver el mundo desde arriba”. Como si el caos, por el solo hecho de ser representado, tuviera un orden. Pero creo que también sucede otra cosa. Que en los diagramas todo es simultáneo y a la vez consecutivo. Que lo que Verónica Gerber Bicecci hace es que leamos con una parte distinta de nuestro cerebro. Que esos dibujos que acompañan la lectura son una forma reducida de eternidad.
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Si hubiera alguien que exista fuera del tiempo, su forma de pensar serían los diagramas. Un idioma en donde la simultaneidad de los elementos no carece de narración.
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Quiero volver sobre algo que dije en el mail anterior, sobre esta forma de narrar en donde el tiempo se desordena para experimentarlo como algo más vívido. Me acordé de una cosa que cuenta Borges en Siete noches, en la conferencia sobre La Divina Comedia:
Recuerdo asimismo la curiosa metáfora de la flecha. Dante quiere hacernos sentir la velocidad de la flecha que deja el arco y da en el blanco. Nos dice que se clava en el blanco y que sale del arco y que deja la cuerda; invierte el principio y el fin para mostrar cuán rápidamente ocurren esas cosas.