Los viajes en tren los hacíamos de noche para ahorrarnos el alojamiento. Era fines de 1999. Habíamos terminado la secundaria ese año y con un grupo de amigos hicimos un viaje a Europa. No íbamos al mismo colegio. Dos íbamos a uno, los otros dos a otro. Nos habíamos conocido en distintos momentos de nuestra vida, pero esta no es una historia sobre nuestra amistad, sino sobre algo que sucedió una de las noches del viaje, creo que rumbo a Berlín o Viena.
No comprábamos pasajes de tren porque teníamos uno de esos pases por días. De medianoche a medianoche podías hacer todos los viajes que quisieras; tomar un tren o cinco costaba lo mismo, te consumía un día del pase. El momento de completar la fecha siempre era estresante, tenían que ser números claros, con birome y, por supuesto, no se podía borrar o tener marcas de haber sido corregido.
Esa noche teníamos dudas de qué fecha era. Le preguntamos a un hombre que estaba en nuestro vagón. Nos la dijo. Mientras lo completábamos sonrió y golpeando el diario que tenía en la mano nos mostró, entre divertido y sorprendido, que el periódico era del día siguiente. No le prestamos mucha atención, porque uno de mis amigos completó mal la fecha del pase y en seguida todo giró en torno de cómo hacíamos para solucionar el error. Pero siempre nos quedó la duda de qué había sido ese episodio. No me puedo acordar cómo era su cara, pero sí del gesto y de la mirada cuando nos mostró el diario. Sobre todo porque sonrió como imagino sonreiría un viajero del tiempo. O bueno, como un adulto que quisiera divertirse un rato con cuatro adolescentes un poco alterados.
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Recordé esta anécdota cuando leí el libro de Olivier Marchon, especialmente en esta
parte del prólogo en la que habla sobre lo frágil que puede ser nuestra forma de medir el tiempo y lo que nos pasa en esos momentos en que se quiebra:
Esos pequeños momentos en los que “el tiempo enloquece” permiten descubrir el carácter artificial y puramente convencional de las herramientas que utilizamos para su medición, ofreciendo al pasar la posibilidad de interrogarse sobre el tiempo mismo. La medición del tiempo es, en efecto, como un barniz tranquilizador: cuando se rasga, el tiempo se nos aparece desnudo y no podemos evitar hacernos preguntas más esenciales. Nombrar el tiempo, contarlo, brinda la ilusión de que lo controlamos y permite tal vez ahorrarnos la pregunta angustiante de su esencia.
Me gusta pensar que por unos segundos, en ese tren, el tiempo se rasgó, pero que no estuvimos lo suficientemente atentos para darnos cuenta; y que ahora, con la lectura de este libro,
tengo una nueva oportunidad de hacer ese viaje.
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30 de febrero es un libro particular. Es uno de esos libros que en cuanto podamos volver a hacer reuniones sociales seguro comentaremos, copa de vino en mano, contando alguna anécdota o dato curioso, mientras se va formando un círculo alrededor nuestro.
También es un libro para leer dejando que la mente vaya allá donde quiera ir. Mientras lo leía se me ocurrió que algunas cosas que se contaban podían servir como consignas para escritura:
-Un cuento que se llame “El año de la confusión” (página 11).
-Un cuento cuyo título sea más extenso que el propio cuento (página 18).
-Una ciudad donde la mitad de los habitantes viven diez días adelante en el tiempo (por los capítulos sobre el pasaje al calendario gregoriano).
No, no es que ahora el club se volvió un taller de escritura. Seguimos siendo un club de lectura, pero me parece interesante, para quienes gusten de escribir, tomar algunos datos como disparadores.
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Anoté también una frase -me gusta anotar todo con lápiz en las últimas páginas del libro que estoy leyendo- pero la voy a dejar para el próximo mail.
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Por último quería pedirles un favor, que hace rato que no les pido: si me dan una mano recomendando el club, compartiendo el link a nuestra web, que es donde está el formulario para sumarse: http://www.carbonolibros.com.ar/
Sé que ya lo estuvieron haciendo, porque somos un montón, pero me encantaría que seamos todavía más (a partir de ahora quienes se suman reciben al instante el último mail que envié, así si lo hacen a mitad de la semana estarán al día).
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