Vida y visiones de Hildegard von Bingen
"A la edad de cuarenta y dos años y siete meses, vino del cielo abierto una luz ígnea que se derramó como una llama en todo mi cerebro, en todo mi corazón y en todo mi pecho. No ardía, solo era caliente, del mismo modo que calienta el sol todo aquello sobre lo que pone sus rayos. Y de pronto comprendí el sentido de los libros, de los salterios, de los evangelios y de otros volúmenes católicos, tanto del antiguo como del nuevo testamento, aun sin conocer la explicación de cada una de las palabras del texto, ni la división de las sílabas, ni los casos, ni los tiempos".
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Sí, empecé el primer mail sobre Cómo provocar un incendio y por qué de Jesse Ball con un texto medieval escrito por Hildegard von Bingen (1098-1179). Lo hice por dos razones. Pero antes, si no conocen nada de la historia de Hildegard, les dejo tres links: la entrada de Wikipedia, un artículo sobre su vida y un tráiler de una película alemana. Les confieso que yo todavía no leí el libro en el que está ese texto que estoy citando. Lo tengo en mi biblioteca y cada tanto lo abro, intuyo que Hildegard es un personaje que va a fascinarme. La edición incluye las miniaturas que ilustraban los textos medievales. Ésta, por ejemplo, es la que ilustra el texto que cité. Se puede ver esa llama de fuego divino sobre su cabeza, mientras escribe sus visiones.
Decía entonces que empecé citando a Hildegard por dos razones. La primera tiene que ver con el fuego. Me gustaba la idea que el mail fuera un recorrido sobre sus distintos significados. Si oyeron el primer episodio de nuestro de podcast ya habrán escuchado la historia de Prometeo, de cómo el fuego representaba un poder que nos era vedado, porque podía asimilarnos a los dioses. En el caso de Hildelgard es un mensaje divino, que le permitirá tener visiones proféticas.
Hildegard con sus visiones; Lucia, la protagonista de Cómo provocar un incendio y por qué, con sus “predicciones” (que son en realidad un recurso literario, más que un don adivinatorio). Pero volvamos al fuego.
Siguiendo con la idea del mail, me puse a leer el libro Mitos sobre el origen del fuego de James Frazer y empecé a anotar historias de distintos pueblos: la de la anciana Serkar, de Nueva Guinea, que tenía seis dedos y que encendía la madera tocándola con el sexto -entre el pulgar y el índice- y de cómo un lagarto se lo arrancó para llevárselo al resto de los seres; de la interminable batalla entre las llamas y los truenos, que se contaba en Madagascar, y de cómo luego de que las nubes ayudaran a los truenos, las llamas debieron buscar refugio en las montañas (creando los volcanes) y en lo árboles y las piedras, listas para salir en formas de chispas si alguien los frotaba; de aquella historia que se contaba en Indonesia, de cuando todas las fogatas se apagaron y los hombres enviaron un insecto a pedir un poco más de fuego a los dioses, y cómo estos aceptaron con la condición que se tapara los ojos, para que no viera cómo lo fabricaban, ignorando que el insecto tenía otro par en los hombros.
Pensaba que este mail podía ser únicamente sobre esto. Pero entonces pensé que un libro cuya tapa es una caja de fósforos, con un título que evoca los incendios y con una protagonista que quiere pertenecer a la Sociedad del Fuego tiene que estar hablando en realidad de otra cosa. Que lo que parece evidente puede esconder un segundo significado.
Y ahí viene la segunda razón de por qué elegí empezar con el libro de Hildegard von Bingen.
Necesitaba empezar este mail con la palabra “vida” porque hace tres meses que estoy escondiendo una frase en los mails del domingo. Comencé el seis de septiembre, cuando empezamos a leer el libro Me acuerdo. Para poder leerla tienen que leer la primera palabra de cada mail (solo de los mails de los domingos, no de los miércoles).
La frase original es más extensa. Nada más escondí la primera oración porque me hubiera llevado hasta mayo del 2021 terminar de escribirla entera.
Una vez que la descubran, si quieren saber cómo continúa y de qué autor o autora es, tienen dos formas. La primera es googleando, pero me decepcionaría mucho si hacen eso después de todo el trabajo que me tomé. Así que les propongo una segunda opción más divertida: si me envían un mail cuyo asunto sea “Frase escondida” (sin las comillas) y en el cuerpo del mail escriben la frase que se forma con las primeras palabras de cada uno de los mails de los domingos (a partir del seis de septiembre), van a recibir de forma automática un mail con el texto completo. Pueden escribir más cosas, pero sí o sí tiene que tener ese asunto y dentro del mail tienen que escribir la oración, ya que es una respuesta automática que se dispara si se cumplen esas dos condiciones.
(Si se suscribieron después del seis de septiembre y no tienen todos esos mails, pueden ir a nuestra web e ir buscando en el archivo de los mails enviados, en la sección "Estuvimos leyendo").