Hola:
¿Cómo estás? Vengo a hablarte del 2021, ese año que ya por no ser el 2020 promete tanto. Te envío mail un miércoles para, como es costumbre, adelantarte qué vamos a leer el mes que viene, con tiempo suficiente para que puedas conseguirlo en tu librería amiga.
En enero del 2021 vamos a leer
Odile
de Raymond Queneau, publicado por Leteo. Aquí debajo les comparto unas palabras del propio editor,
Christian Kupchik, sobre el libro.
Nos vemos el domingo en la bandeja de entrada.
Sebastián Lidijover
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Acaso muchos no lo sepan, pero Raymond Queneau fue el rey Midas de la literatura francesa del siglo XX. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Su poema Si tu t'imagines, musicalizado por iniciativa de Jean-Paul Sartre, fue un gran éxito en la interpretación de Juliette Gréco, que vendió miles de discos y aún hoy se sigue escuchando. En 1947 se publicaron sus Ejercicios de estilo (Exercices de style), que a la fecha siguen siendo material imprescindible en todos los talleres de literatura. En 1959 publicó Zazie dans le Métro, novela que lleva más de tres millones de ejemplares vendidos. Ese mismo año se realizó una adaptación teatral y en 1960 el director Louis Malle la llevó al cine con una enorme resonancia a nivel internacional. Por si fuera poco, Queneau fue director de la prestigiosa editorial Gallimard y jurado del premio Goncourt, el de mayor relevancia en Francia. Por si faltara algo, creó Oulipo (Taller de Literatura Potencial), donde fusionó su interés por las matemáticas con la invención literaria en un grupo que sigue vigente y al que pertenecieron, entre otros, Italo Calvino y Georges Perec. Tal fue la trascendencia de Queneau, que su nombre hoy figura en una de las estaciones de metro de París (distinción que no a muchos les fue concedida).
Pero todo comenzó con Odile, obra prácticamente desconocida en castellano. La historia parte de una novela de aprendizaje o Bildungsroman, con la que Raymond Queneau muestra el desarrollo físico, moral, psicológico y social de Roland Travy, un joven inserto en el pensamiento racionalista más acabado, aunque algo confuso y extraviado, que se aferra a defender las ecuaciones algebraicas de una incógnita como único medio para describir y explorar la realidad. De regreso a París luego de cumplir el servicio militar en Marruecos, contacta con los surrealistas y allí encuentra a Anglarés, claro alter ego de André Breton (cuando escribe la novela, en 1937, Queneau ya había roto con ellos). Entonces aparecerá Odile, una mujer enigmática a la que conocerá dentro de este círculo viciado de “ismos”. Su nombre está asociado a un animal totémico: “coc-Od(r)ile”. Ella es el alma gemela de Roland, una mujer golpeada, que no se mueve del lugar en el que cae.
Queneau declaró: “Odile es una historia de amor puro”. Y no faltó a la verdad. Queneau siempre ha tenido la virtud de unir los grandes conceptos con los mejores argumentos y la extrema calidad. De sus obras, nadie sale indiferente.
Christian Kupchik